El parecer más joven no tiene nada que ver con el número de arrugas alrededor de los ojos o en la frente. Las personas que buscan tener un aspecto más jóven basan sus expectativas en tener un aspecto sereno y descansado, en estar radiantes en definitiva.
Esto es lo que se busca ala aplicar un tratamiento con Botox. Si lo aplicasemos por igual en todos los músculos de la cara, correriamos el riesgo de encontrarnos con un rostro antinatuaral, inexpresivo. A la hora de aplicar Botox resulta clave abordar los músculos adecuados para obtener éxito en el resultado. Si no se escogen bien los músculos tratados podemos alterar emociones como la risa y la sorpresa, emociones positivas, que se echan en falta si no se pueden realizar. Sonreir es probablemente el gesto que mayor juventud aporta al rostro. Sin embargo, los múculos relacionados con emociones negativas o que nos hacen tener cara de preocupación o de cansancio, son justo los que hay que tratar. Estos gestos negativos - fruncir el ceño, arrugar la frente...- son precisamente los que se deben moderar aplicando inyecciones de Botox.